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5.1 Introducción

Para empezar, debemos aclarar que el presente estudio forma parte del macroproyecto Atlas Lingüístico de América Central (ALAC), propuesto y dirigido por Miguel Ángel Quesada Pacheco. Por lo tanto, nuestro estudio está inserto en los procedimientos metodológicos comunes a todos los estudios que conforman dicho macroproyecto. De esta manera, veamos, en primera instancia, la influencia metodológica que ha tenido el Atlas lingüístico de América Central de otros trabajos anteriores, con miras a darle unas bases firmes a la base metodológica de nuestro proyecto. Tales influencias son las que han forjado los postulados metodológicos aplicados en el ALAC y por consiguiente en el presente estudio.

Para empezar, el proyecto ALAC nos recuerda lo realizado por Albert Dauzat en Francia. Como ya hemos mencionado, Dauzat coordinó una serie de atlas regionales que conformaron lo que se conoce como el NALF. De manera similar, aunque algo más complicado a nivel logístico, por tratarse de países diferentes, Miguel Quesada ha coordinado una serie de investigaciones individuales en el conjunto completo de países centroamericanos para dar cuerpo al macroproyecto ALAC. No es, pues, de extrañar que para Pilar García (2008: 12), tal proyecto se acerca al modelo de “los atlas regionales con metodología modernizada”.

El ALAC, entonces, mantiene elementos metodológicos tradicionales de la geografía lingüística, aunque inserta elementos nuevos que tocan el suelo de la dialectología moderna.

Éste es una combinación metodológica de lo realizado hasta ahora por la mayoría de atlas lingüísticos llevados a cabo dentro de la lingüística románica puesta en marcha en Hispanoamérica. La influencia de atlas anteriores como aquel de corte tradicionalista, bajo la dirección de Luis Flórez (ALEC), y aquel más innovador con la introducción del concepto de

‘atlas pluridimensional’, llevado a cabo por Harald Thun (ADDU), han resultado en lo que hoy se conoce como el Atlas lingüístico etnográfico de Costa Rica (ALECORI), desarrollado por Miguel Quesada Pacheco. El ALECORI, entonces, se convierte en el puntapié inicial de un proyecto de mayor extensión que incorporaría su metodología. De esta manera, Miguel Quesada inicia la dirección del macroproyecto ALAC con las mismas bases metodológicas del ALECORI. Ello, con el fin de dar continuidad a lo iniciado en Costa Rica y, así, lograr un

panorama descriptivo general del español en Centroamérica, bajo los mismos postulados teóricos y metodológicos.

Finalmente, cabe aclarar que, en líneas generales, lo que tratamos a continuación no es otra cosa que la metodología planteada para el ALAC. Sin embargo, mantenemos, al mismo tiempo, algunas particularidades metodológicas que fueron necesarias para adaptar el método a cada uno de los contextos con que se encuentra el investigador en el trabajo de campo.

5.2 El cuestionario

En la dinámica de mantener el mismo marco metodológico del ALAC, para este estudio hemos adoptado el cuestionario diseñado originalmente para el ALECORI y que luego pasó a ser el cuestionario básico para el resto de los proyectos incluidos en el ALAC.

En nuestro estudio hemos incluido cuatro preguntas adicionales a las 57 originalmente en el cuestionario para el ALAC. Así, después de aprobadas las preguntas adicionales, el cuestionario final para nuestro estudio se conforma de 61 puntos. Algunos de los puntos son preguntas indirectas y otros son frases para completar. Cada uno de los puntos estuvo destinado a extraer una palabra del informante, en la que se inserta el contexto fonético que nos interesa observar. La intención, al usar la pregunta indirecta, es que el entrevistador no pronuncie la palabra que queremos oír del informante, para disminuir, así, la influencia articulatoria del primero sobre el segundo. Así, por ejemplo, para observar la pronunciación de /n/ al final de palabra, en vez de preguntar “¿cómo dice usted canción?” preguntamos “¿lo que uno canta se llama?”. La respuesta más común suele ser canción. Esto, en el caso de las preguntas indirectas. Un ejemplo para las frases que se deben completar sería: perro que ladra... la respuesta que se espera es ‘no muerde’, si tenemos en cuenta que es un dicho reconocido en la región, ‘perro que ladra no muerde’. En la palabra ‘muerde’, entonces, obtendríamos la pronunciación del archifonema /R/ ante la /d/.

Aunque somos conscientes de que la entrevista libre es ampliamente usada para lograr información fonética cercana a la realidad en la interacción comunicativa, también es sabido que, así se logren muchas horas de grabación de audio, siempre hay un gran riesgo de no recolectar todas las combinaciones fonéticas que se requieren para completar el objetivo. Es por ello que la entrevista libre ha sido un recurso secundario, en nuestro marco metodológico, que no se aplicó a todos los informantes.

5.3 Las entrevistas

Las encuestas para Belice fueron recogidas en una gira que duró un mes y cinco días, realizada durante los meses de abril y mayo del año 2005. También se realizó otra visita, a mediados del 2006, con el fin de corregir y rellenar aquellos vacíos que, por diversas razones, suelen resultar en este tipo de trabajos. Para Panamá, por su parte, las entrevistas, duraron dos meses, también durante el primer semestre de 2005.

Las entrevistas se realizaron de manera individual y tuvieron una duración de 20 minutos, en promedio. Sin embargo hubo casos en los que algunos integrantes de la familia o amigos ayudaron indirectamente a responder las preguntas. Eso sí, siempre se ha transcrito la respuesta de la persona directamente entrevistada, aunque en algunas ocasiones también se tuvieron en cuenta las respuestas de personas acompañantes del entrevistado, siempre que cumplieran con los requisitos del informante ideal propuesto para nuestro proyecto (ver apartado 3.3).

Ahora, el procedimiento de la entrevista nos llevó, en parte, a ‘la paradoja del observador’. En realidad este es un problema planteado en Labov (1972: 181-82) a partir de sus estudios en Nueva York

“Observer’s paradox: we are then left with the observer’s paradox: the aim of linguistic research in the community must be to find out how people talk when they are not being systematically observed; yet we can only obtain this data by systematic observation. The problem is of course not insoluble: we must either find ways of supplementing the formal interviews with other data, or change the structure of the interview situation by one mean or another”.

Aunque nuestro caso se aleja mucho del ideal sociolingüístico, la palabras de Labov también tienen relevancia, en cierta medida, para nuestro trabajo. Aunque sabemos que el sistema de completación de frases no refleja una conversación cotidiana, no podemos descartar la posibilidad de que la palabra, aunque sea aislada de un contexto comunicativo, se pronunciara de la manera más relajada y natural posible. Al respecto, también Labov en el mismo artículo recomienda usar otros recursos tales como el de desviar la atención del informante a algo que no sea la lengua (Labov 1972). En ese sentido, en nuestro estudio optamos por adoptar parcialmente dicha recomendación. Al informante se le dijo que el estudio hacía parte de un proyecto lingüístico pero con el objeto de obtener formas léxicas. De esa manera, el informante se concentraba en buscar la palabra, más no en la forma de pronunciarla.

La mayoría de entrevistas en las zonas urbanas se realizaron en la calle y en almacenes. A veces tuvimos que recurrir a varias personas en diferentes puntos de la misma ciudad para completar un solo cuestionario, en vista de que las personas en las urbes tenían menos tiempo o estaban realizando alguna labor que no les permitía dedicar mayor tiempo a nuestra entrevista. Por supuesto, siempre mantuvimos las condiciones que debían cumplir los informantes para llevar a cabo la entrevista. En las zonas rurales, las entrevistas se presentaron con mayor tranquilidad, normalmente en la casa de los informantes. La vida tranquila de las zonas rurales también permitía mayor relajamiento a los informantes por lo que dedicaban mayor tiempo y voluntad a la entrevista.

Con el fin de analizar, en una fase posterior, el material recogido, todas las entrevistas fueron grabadas. Para ello utilizamos un equipo para minidiscos en la gran mayoría de las entrevistas, y una grabadora de cassette para grabar 12 de las 115 entrevistas logradas.

5.4 Las comunidades

Apoyándonos en los parámetros del ALAC, escogimos las localidades teniendo en cuenta la distancia entre las localidades, es decir, tratando de mantener cierta regularidad en la proximidad entre las localidades. Por supuesto, tal criterio nunca puede mantenerse con la exactitud que uno desearía. En los mapas se pueden observar algunas zonas con grandes espacios que no fueron incluidos en la recolección de los datos. Tales espacios vacíos en la red de puntos se deben al hecho de que tales zonas son selváticas e inhabitadas, o en las que no hay presencia del español.

Procuramos también mantener la política de escoger localidades que reflejaran tanto las zonas urbanas como las zonas rurales en cada uno de los distritos (Belice) o provincias (Panamá) de los dos países. Las zonas rurales son normalmente comunidades de menor densidad demográfica que suelen ser el punto de encuentro de agricultores y comerciantes.

Allí la vida se caracteriza por ser más sosegada y donde el transporte interno no se hace necesario. De esta manera, para Belice hemos escogido cinco localidades urbanas y cinco rurales y para Panamá, tenemos nueve localidades urbanas y diez rurales. También procuramos que las localidades tuvieran cierta antigüedad. Es decir, intentamos mantener las recomendaciones de Montes al respecto: “[...]; el requisito mínimo que debería exigirse para incluir una localidad en la red de puntos es que en ella haya nacido y crecido por lo menos

una generación de personas ya adultas y que no haya sufrido cambios masivos de población”

(Montes 1970: 88).

No obstante, en cuanto a la sugerencia de Montes sobre la escogencia de la localidades, se debe aclarar que, en el caso de Belice, no siempre fue posible seguirla en todo su rigor. La realidad del español en Belice nos obligó a enfrentamos a la dicotomía entre centrarnos en una reducida parte que podríamos llamar de tradición hispanohablante (Benque Viejo del Carmen, Corozal, Orange Walk) o incluir todas aquellas zonas donde el español es ahora parte de la cotidianidad aunque su presencia no tenga una larga tradición histórica (San Ignacio, Punta Gorda, San Felipe). En vista de que nuestro objetivo principal es ofrecer un acercamiento general, nos pareció conveniente adoptar la segunda opción, por una razón principal: el español ha llegado a Belice para quedarse. Es sólo cuestión de tiempo para que ésta sea una lengua cooficial en este país. Las observaciones que hoy logremos nos permitirán, en el futuro, conclusiones más acertadas sobre la evolución del español en las diferentes regiones. Sería una pena desperdiciar la oportunidad de observar la metamorfosis que sufre hoy el español en Belice y las diferencias que se dan entre aquellas zonas de cierta tradición hispanohablante y aquellas en las que el español apenas si tiene veinte o treinta años de presencia continua. Somos conscientes de que el español que se habla en las zonas con menos tradición hispanohablante es el español de los inmigrantes y sus zonas de procedencia.

No obstante, de la mezcla de todas aquellas hablas inmigrantes en combinación con el contacto con el criollo beliceño, se configuran formas que, con el tiempo, serán tan propias de la región como lo es cualquier variante del resto del mundo hispanohablante. De allí nuestro interés en retratar esta realidad, aunque no cumpliera en un cien por ciento con el ideal metodológico del ALAC.

5.4.1 Comunidades encuestadas en Belice

Para Belice se encuestaron 12 localidades cuidando de que al menos una localidad urbana y una rural quedaran representadas en cada uno de los distritos en que se habla el español. Lastimosamente, el Cayo Amberguis sólo pudo ser representado por una localidad urbana pues la distribución poblacional de esta isla nos impidió encontrar una zona rural donde el español hiciera parte de la vida familiar de sus habitantes. De las doce localidades diez se representan en este trabajo. Las dos localidades que no aparecen aquí son Bullet Tree y Belmopán. La primera fue retirada del proyecto por parecernos que provocaba una aglutinación de datos en una poca distancia geográfica. En un principio se tuvo en cuenta

dicha población, pues la idea en Belice era la de tomar al menos una localidad urbana y otra rural en cada distrito hispanohablante. Nos pareció que Bullet Tree cumplía para ser seleccionada como localidad rural y por eso hicimos las entrevistas allí. No obstante, estando allí, en el Distrito del Cayo, nos enteramos de la localidad de Soccutz y decidimos incluir ésta y no la otra por tener características más propiamente rurales. Bien hubiéramos podido incluir las dos, pero observamos que el Distrito del Cayo quedaría representado con demasiadas localidades rurales, si tenemos en cuenta que también Benque Viejo del Carmen es parte de las localidades rurales. No obstante, los datos fueron recogidos en Bullet Tree pero no se tuvieron en cuenta para el análisis de los datos.

La segunda localidad (Belmopán) no pudo ser incluida dentro del proyecto porque se presentaron fallas técnicas durante la grabación de los informantes, que dejaron inservible el material recogido allí. Regresar para hacer nuevamente las entrevistas no pudo ser una opción en vista del costo económico que representaría volver a dicha zona sólo para incluir una localidad.

Finalmente, las localidades escogidas para representar el habla del español en Belice se presentan en la tabla 1, ordenadas según el distrito al que pertenecen, de norte a sur.