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4 Marco teórico

4.3 Dialectología tradicional y sociolingüística

Aunque nuestro trabajo se enmarca dentro de la disciplina dialectológica tradicional, ello no lo obliga a desechar nuevos parámetros que bien sirvan para mejorar la calidad de los datos descriptivos que intentamos. Dentro de los parámetros teóricos y metodológicos que seguimos aquí no hay una camisa de fuerza tal que no nos permita adoptar, aunque sea parcialmente, nuevas técnicas y métodos que puedan ser ensamblados dentro del esquema metodológico que aquí mantendremos. Es así que la sociolingüística ha venido a ejercer una influencia particular en el estudio dialectológico que propone este trabajo. El hecho de que nuestro trabajo inserta variables del eje vertical (variables sociales) nos obliga también al repaso, aunque sea a grosso modo, de conceptos teóricos básicos e históricos de la sociolingüística, además de sus objetivos principales y el tipo de estudios que se amparan en ella. En este respecto, podemos decir que si el surgimiento de la geografía lingüística halla sus principios en la reacción provocada por los postulados neogramáticos, la sociolingüística,

por su parte, halla los suyos como reacción, en primer lugar, a la lingüística generativista y, en segundo lugar, a las deficiencias de la dialectología tradicional y su método geográfico lingüístico (Hernández 1999: 19-26 ).

En cuanto a la lingüística generativista, los sociolingüistas disienten de la poca atención que la tradición chomskiana ha prestado a la actuación en la relación competencia/actuación (competence/performance) para el estudio de la lengua (Le Page 1997: 19-20). El paradigma lingüístico formalista de la corriente generativista concentra sus esfuerzos en la búsqueda de universales lingüísticos mediante procesos meramente deductivos. Es decir, dentro de sus axiomas sólo la competencia lingüística del informante puede explicarse. La actuación, por otro lado, pertenece al aspecto variacional de la lengua; a las diferentes maneras de decir una misma cosa. Así, para los generativistas, este aspecto se sale del control del investigador y, por lo tanto, no le dieron un lugar dentro de sus estudios.

En lo fonético, por ejemplo, desde el concepto de variación libre34, el generativismo suponía el uso de cualquier variante, pues en realidad cualquiera de las variantes es irrelevante dentro de la competencia del hablante (Hernández y Almeida 2005: 13-14). Este punto de vista, ciertamente, deja por fuera la dinamicidad de la lengua, lo cual demostraría más tarde la aproximación empírica de la sociolingüística.

Para J. K. Chambers (2003) no hay tal cosa como la variación libre. Sin la influencia de los contextos sociales, simplemente no hay variación, por lo tanto ésta no es libre, está condicionada al entorno. De allí que el acto comunicativo no sólo refleja rasgos de la personalidad y el estilo personal del hablante, sino también características que son normalmente el reflejo del grupo social en que el hablante se desenvuelve y de los cuales no es totalmente consciente (Chambers, 2003: 6-7; Hernández y Almeida, 2005: 14).

Para los sociolingüistas, la visión de los generativistas sobre la actuación carecía de instrumentos que permitieran abordar el estudio empírico de la lengua sin dejar de lado el dinamismo que, de por sí, es parte integral y fundamental de ésta. En palabras de Fishman (1979: 15) “[...] su modelo lingüístico de análisis es fundamentalmente estático”, y más adelante añade, refiriéndose a la formalización de la lingüística estructural: “Es evidente que la formalización en lingüística es hasta cierto punto necesaria, pero no sólo como un medio para analizar las frases que de otra forma resultarían demasiado imprecisas y embarazosas”

34 La variación libre en este contexto es aquel tipo de variación lingüística que no esta determinado por factores lingüísticos ni extralingüísticos (Moreno 2005: 22)

(Fishman 1979: 22). Es precisamente en esa imprecisión que la sociolingüística parece interesarse y para la cual ha diseñado su caballo de batalla metodológico.

En segundo lugar, en cuanto a las deficiencias de la dialectología tradicional, las críticas más fuertes de los sociolingüistas se basan en la demasiada atención que los dialectólogos dan al espacio geográfico y la poca atención a los contextos sociales presentes en esos espacios (Chambers & Trudgill 1994: 82). Dichos contextos sociales son, para los sociolingüistas, el material que permite el razonamiento de los hallazgos en el campo. Por lo tanto, desde esta perspectiva, la dialectología tradicional carecía de elementos de reflexión que le permitieran conclusiones realistas. Hernández (1999a: 147), por ejemplo, afirma: “La dimensión espacial tradicional tenía una naturaleza completamente estática, puesto que se limitaba a la representación cartográfica de la distribución geográfica de las formas lingüísticas y no se planteaba razonar la distribución geográfica de los fenómenos lingüísticos”.

Los métodos de la dialectología tradicional parecían dejar de satisfacer las principales corrientes de la lingüística del siglo XX, más concretamente, a partir del estructuralismo y la escuela norteamericana. La nueva corriente abogaba más por el aspecto sincrónico de la lengua mientras que la dialectología tradicional se mantenía dentro del aspecto diacrónico como motivación principal. De allí que uno de los procedimientos menos populares entre los sociolingüistas, aplicados en la dialectología tradicional, ha sido el de la reiterada escogencia de informantes tipo NORMs35 en sus estudios. Estos estudios sacrificaban el aspecto sincrónico de la lengua, normalmente hallados en los dialectos urbanos, en favor del aspecto diacrónico de la lengua mediante la búsqueda de formas fosilizadas que poco tenían que ver con las hablas de la mayoría en un momento y lugar determinado (Chambers & Trudgill 1994:

56-58; Le Page 1997: 17-18; Milroy & Gordon 2003: 16). Al respecto, Milroy & Gordon (2003: 16) afirman:

One of the most pervasive assumptions underlying the traditional dialectological method is that a particular form of dialect – usually represented by the speech of a conservative, socially marginal speaker – is in some sense the “genuine” or

“pure” form”.

El uso exclusivo de informantes NORMs es para la sociolingüística una manera de mantenerse no sólo en el aspecto descriptivo de la lengua sino que, además, tales

35 La sigla NORMs se refiere a los infromantes varones rurales, mayores y sedentarios que en inglés indica nonmobile, older, rural males. El término fue acuñado por Chambers & Tudgill en su libro Dialectology, publicado en 1980.

descripciones son incorrectas por el sesgo de su procedimiento (Trudgill 1983: 54). De allí, también, que la explicación de la variación lingüística sea prácticamente imposible si no se tienen otras fuentes de evaluación además de la geografía y los informantes NORMs.

Como ejemplo de la crítica a los informantes NORMs, Trudgill propone, entre otros, el caso de la dispersión de la /r/ uvular parisina en gran parte del continente europeo. Afirma que si no se tienen en cuenta más variables sociales, tales como la cantidad de personas que en un territorio usan esta forma, qué tanto la usan, en qué momento, dónde, etc., no es posible ofrecer explicaciones de la distribución discontinua que presenta este alófono (Trudgill 1983:

54-59). Obviamente, la escasez de explicaciones a la variación lingüística es, también, una de las críticas más fuertes de la sociolingüística a la dialectología tradicional.

En este contexto, fue apenas normal que la necesidad de nuevas metodologías que dieran respuesta a las deficiencias empíricas de la lingüística del siglo XX motivara la iniciación de trabajos distintos a los que hasta el momento venía realizando la dialectología del momento. En otras palabras, había que rescatar el pensamiento positivista y sus métodos inductivos con el fin de reincorporarlos en las principales corrientes lingüísticas del momento.

Así, en 1949, Harver G. Currie y Eva García C. Currie acuñan el término sociolingüística para referirse a la subdisciplina que comparte postulados teóricos tanto de la lingüística como de la sociología (Fishman 1979: 12).

Sin embargo, no sería hasta la década de los 60 cuando los trabajos sociolingüísticos tomarían verdadera fuerza teórica y metodológica. Las tesis de Willaim Labov (1927-), The Social Motivation of a Sound Change, publicada en 1963, en donde se investigan rasgos de pronunciación del inglés en la isla Martha’s Vineyard, y The Social Stratification of English in New York, publicada en 1966 (Terrell. 1988: 139), además de su trabajo Sociolinguistics Patterns de 1972, sentaron importantes precedentes que marcarían el inicio de un nuevo y fructífero campo de estudio. Debe aclararse que sus características metodológicas se diferenciarían drásticamente de las corrientes del momento, representadas en la lingüística teórica, la psicolingüística y la neurolingüística, cuyos intereses se centran en la lengua y el individuo.

El enfoque de la sociolingüística es, ante todo, colectivo (Coulmas 1997). Su objetivo principal es la búsqueda de patrones lingüísticos, dentro de comunidades de habla, que den lugar a generalizaciones a cerca del vínculo inquebrantable del colectivo social y la lengua.

De ahí que su trabajo de campo está en las urbes, y los dialectos urbanos son su objetivo principal.