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El estudio de las emociones a través de Sistema Internacional de Imágenes Afectivas

1. INTRODUCCIÓN TEÓRICA

1.8. El estudio de las emociones a través de Sistema Internacional de Imágenes Afectivas

1.8.1. El Modelo de P.J. Lang.

Lang entiende las emociones como reacciones adaptativas ante situaciones relevantes para la supervivencia (búsqueda de alimento, aproximación sexual, lucha, huida). Por ejemplo, la ira dispondría al ataque, el miedo a escapar, el placer y la alegría a aproximarse. Los mecanismos neurales de estas reacciones se encuentran en centros sub-corticales y corticales profundos estando directamente relacionados con dos sistemas motivacionales primarios: el apetitivo y el aversivo. La emoción se produciría cuando se activa cualquier estructura cerebral que conecte con estos sistemas motivacionales. Es entonces cuando se observarían las manifestaciones de la emoción en el triple sistema de respuesta: el conductual, el expresivo-lingüístico y el fisiológico.

El modelo de Lang, además, tiene en cuenta la organización estructural de las reacciones emocionales, sus fundamentos neurofisiológicos y los mecanismos de activación de la emoción (Lang, 1995; Lang, Davis & Öhman, 2002). Existe una organización jerárquica de las reacciones emocionales en la que entran tanto los aspectos específicos como los aspectos dimensionales. Las emociones siempre se manifiestan como patrones específicos de acción dependientes del contexto, por tanto, con una topografía fisiológica y conductual específica. Todas las reacciones emocionales comparten determinadas características: direccionalidad (tendencia a la aproximación o a la evitación), intensidad (mayor o menor requerimiento de energía) y control (continuidad o interrupción en la secuencia conductual). Estas tres características constituyen las tres grandes dimensiones que organizan el mundo emocional al más alto nivel: valencia (agradable-desagradable), arousal (activado-calmado) y dominancia (controlador-controlado). En cuanto a sus fundamentos neurofisiológicos, el modelo resalta las bases neurales de la dimensión de valencia (agradable-desagradable) relacionadas con los dos sistemas motivacionales primarios:

el apetitivo, dirigido a la conducta consumatoria, sexual o de crianza; y el defensivo, dirigido a la conducta de protección, escape o evitación. El circuito neural más estudiado y conocido es el defensivo, siendo una de sus principales estructuras subcorticales el núcleo central de la amígdala (Lang, Davis & Öhmna, 2002). Por su parte, la dimensión arousal no tendría un sustrato neurofisiológico separado, sino que representa bien activación de cualquiera de los dos sistemas –el apetitivo o el

defensivo- bien co-activación de ambos sistemas. Por tanto, en cuanto a la dimensión de arousal, los dos sistemas motivacionales primarios podrían funcionar de forma aditiva. Sin embargo, en cuanto a sistemas de acción, el apetitivo y el defensivo funcionarían de forma recíprocamente inhibitoria. La dirección general de la conducta (aproximación-evitación) dependerá de las fuerzas relativas de activación de ambos sistemas. El sistema motivacional dominante (apetitivo o defensivo) será el que module toda la conducta, ya sean reflejos simples o procesos cognitivos complejos. Por último, la dimensión de dominancia es la que menor peso tiene en el modelo teórico de Lang. En los estudios factoriales, es el factor que menor varianza explica, con una correlación sistemática positiva entre valencia y dominancia: a mayor valencia positiva mayor control y dominio. Aún así, como factor independiente y aportación diferencial a la organización emocional y a la conducta debería seguir siendo objeto de interés por parte de los investigadores.

El modelo presta también especial atención a los mecanismos de activación de la emoción. En humanos, la activación de los circuitos neurofisiológicos de la emoción no sólo se produce por la presencia de estímulos externos relevantes para la supervivencia. Debido a las múltiples conexiones de las estructuras motivacionales primarias (subcorticales y corticales profundas) con las estructuras neurales más recientes (corticales), los circuitos neurofisiológicos de la emoción pueden también activarse por el procesamiento interno de estímulos simbólicos o mediante la activación de memorias afectivas. Este aspecto del modelo de Lang es el que queda recogido en su teoría bio-informacional (Lang, 1979). La característica definitoria de una red de información emocional es la presencia de información de respuesta, la que permite conectar la estructura cognitiva con los circuitos neurofisiológicos apetitivos y defensivos. Sólo cuando se activan estos circuitos es cuando el procesamiento cognitivo de la red se puede considerar emocional.

Actualmente no existe consenso de la definición de emoción, pero existe acuerdo en que las emociones pueden clasificarse en tres dimensiones continuas: valencia (constructo bipolar que va de agradable a desagradable), activación (cuyos polos van de calmado a activado) (Davidson & Fox, 1982; Lang, Bradle & Cuthbert, 1999; y Osgood, Suci & Tannembaum, 1957), y un tercer valor, que aparece con menor consistencia interna, y que se ha llamado de potencia, control o dominancia y que se caracteriza por los extremos de fuerte-débil, dominante-sumiso o control-controlado.

Las emociones primarias tienen valencia positiva (por ejemplo: alegría, interés) o negativa (por ejemplo: ira, miedo, pánico, tristeza, disgusto) y han sido vinculadas anatómicamente a las regiones límbicas del cerebro (MacLean, 1992), especialmente a la región temporal medial (Gloor, 1990).

1.8.2. Evaluación mediante visualización de Imágenes Afectivas.

La visualización de fotografías de contenido emocional ha sido uno de los procedimientos más utilizados en la investigación humana precisamente por cubrir parte de estos requisitos. Aunque tienen importantes limitaciones metodológicas, por ser estímulos de difícil cuantificación afectiva: utilizar fotografías de la vida real para generar afectos es su calibración psicométrica en dimensiones análogas a la métrica física, tienen un fuerte componente de aprendizaje, varían de acuerdo con el contexto cultural y social de la población a la que se va a aplicar. Además, los métodos psicofísicos clásicos y modernos se centran en sensaciones cuya dimensión física es fácil de manipular: temperatura, peso, brillo, tono, etc. La métrica de las sensaciones afectivas es ciertamente más difícil. Pero, también tiene las ventajas de ser estímulos que pueden ser fácilmente presentados en contextos de laboratorio, tanto en formato analógico como digitalizado, permitiendo el control preciso de su momento y tiempo de exposición. La aplicación de esta metodología a la evaluación de imágenes afectivas es el objetivo del Sistema Internacional de Imágenes Afectivas (International Affective Picture System, IAPS).

El IAPS (Folstein, 1975) es un instrumento elaborado inicialmente en el Centro para el Estudio de la Emoción y la Atención que dirige el profesor Lang en la Universidad de Florida y que ha sido adaptado a la población española en las Universidades de Granada y Castellón (Moltó et al., 1999; Vila et al., 2001). Actualmente incluye 832 fotografías en color, en formato de diapositiva o en formato digitalizado, pertenecientes a diversas categorías semánticas: animales, escenas de la naturaleza, objetos caseros, desnudos, parejas eróticas, caras humanas, cuerpos mutilados, armas, comida, deportes, etc. La construcción del IAPS ha estado guiada por el marco conceptual que hemos resumido en el apartado anterior y por la aplicación de un método psicométrico de construcción de escalas: el Maniquí de Auto-Evaluación o SAM (Self-Assessment Manikin). El SAM utiliza escalas pictográficas –no verbales- de fácil y rápida aplicación (véase los anexos). Proporciona información para cada imagen de las tres dimensiones generales: valencia, arousal y dominancia. Cada escala está formada por una secuencia de cinco figuras humanoides, graduadas en intensidad y se cuantifican de 1 a 9, representando diferentes niveles de agrado, excitación o dominio, desde un extremo (izquierda, 9) de máximo agrado, excitación o sentirse dominado, hasta el otro extremo (derecha, 1) de máximo desagrado, relajación o sentirse dominador.

En los estudios con el IAPS pocas veces se han tenido en cuenta el papel de la edad en la modulación de las interacciones entre emoción y cognición, campos que han centrado la atención en los últimos años (Blanchard-Fields, 2005; Carstensen & Mikels, 2005). En estos casos se han tenido en cuenta las calificaciones normativas de adultos

jóvenes, para imágenes positivas, negativas y neutras, teniendo en cuenta la experiencia de vida, exposición a ciertas situaciones y los cambios biológicos relacionados con la edad. Esto, permite tener en cuenta, diferencias con el adulto mayor, como percibir algunas imágenes más o menos negativas (o positivas), o más o menos excitantes, por ciertos grupos de edad (Grühn, 2008).