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Distribución de las víctimas de abusos sexuales por edad y sexo. (9)

Child sexual abuse. Factors that hinder detection

Gráfica 5. Distribución de las víctimas de abusos sexuales por edad y sexo. (9)

© Fundación de la Enfermería de Cantabria. Todos los derechos reservados - Octubre 2018

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Sara Cabeza Fernández, Lucía Celis Solar

MONOGRAFÍA

Las víctimas siempre pertenecen al sexo femenino:

El abuso sexual se produce en ambos sexos, aunque en la mayoría de casos se dan en niñas (16).

El abusador o abusadora es un enfermo psiquiátrico:

La mayoría suelen ser personas socialmente integradas y considerarse normales, aunque pueden caracterizarse con al-gunos rasgos como falta de empatía, baja autoestima, escaso control de impulsos.

Actualmente se pro ducen más que en épocas anteriores:

No se puede comparar con épocas anteriores, ya que no existen estudios.

“Los abusadores o abusadoras son siempre familiares” o por el contrario “los abusadores o abusadoras son siempre desconocidos”:

Los estudios confirman que generalmente es un conocido (85-90% de los casos), ya que necesitan ganarse la confianza del niño, no siempre un familiar, puede ser alguien cercano (vecino, amigo, etc.) (17).

Los abusos que se producen por un desconocido (10-15%) suelen ser más violentos y generalmente ocurren una sola vez en la vida del menor, el abusador disfruta sometiendo a la vícti-ma a humillación, temor, sufrimiento, etcétera (17).

Sólo se da en determinadas clases sociales:

Los estudios indican que hay mayor número de abusos en clases sociales bajas, pero se produce en todos los niveles socia-les. Se detectan más fácilmente en las clases sociales bajas por la presencia más habitual de los servicios sociales. En ocasiones, intereses económicos dificultan la detección en clases sociales altas.

Los niños y las niñas no dicen la verdad cuando revelan un abuso sexual:

Los niños casi nunca mienten en relación al abuso sexual o cuando describen una situación de abuso. La forma en que el niño relata los episodios es un factor importante a la hora de valorar la veracidad del relato: si relata episodios avanzados para los conocimientos de su edad (sexualmente muy explícitos).

Algunas niñas y niños se lo buscan:

La responsabilidad de los abusos es del agresor o agresora que, desde una posición de mayor maduración y experiencia, se aprovecha de la inmadurez del niño.

Los menores pueden evitarlo:

La responsabilidad del abuso no puede recaer en los me-nores. Los niños y las niñas pueden aprender a detectarlos en-señándoles recursos e información acorde a su edad y madura-ción, a pesar de lo cual es muy difícil evitarlos.

Es un asunto privado y no es obligatorio notificarlo, si se denuncia se pierde la buena relación educativa o terapéu-tica:

Es un delito no notificarlo a la autoridad competente.

“Los efectos no suelen tener importancia” o “los efectos siempre suelen ser muy traumáticos”:

Los abusos no suelen ir acompañados de violencia física, sobre todo cuando son cometidos por familiares o conocidos;

por el contrario suelen ir acompañados de regalos, ofreciendo atención, chantaje emocional, etc.

Además de este decálogo, hay otros factores que dificultan la detección de los abusos sexuales infantiles. La creencia erró-nea de que “un caso de abuso sexual se detecta rápidamen-te”. Son muchas las razones que dificultan la detección de los mismos, tales como el miedo del niño a castigos, amenazas y culpabilidad, y la creencia de los adultos de estar equivocados en lo que se sospecha. Por otro lado, creer que “el incesto o abuso sexual sólo afecta a menores con comportamientos negativos o desadaptados”. El hecho de que algunas víctimas de abuso sexual tengan más riesgo de prostitución y promiscui-dad, con frecuencia es consecuencia de los abusos (18).

Todas estas creencias erróneas van a generar gran dificultad en la detección de los abusos sexuales infantiles, por lo que es de gran importancia la prevención en la comunidad, eliminando estos falsos paradigmas con el objeto de concienciar a la pobla-ción de la existencia de dichos abusos en la infancia.

No existe una causa específica en el abuso sexual pero, sí hay una serie de factores asociados que involucran a víctima, agre-sor y ambiente que los rodea. Según Finkelhor y Krugman hay cuatro condiciones que potencian los abusos sexuales (19):

• Motivación del agresor para cometer el abuso. Habitual-mente relacionada con experiencias propias de abusos sexuales en la infancia, por lo que ese comportamiento es considerado “normal”. Frecuentemente el agresor no es capaz de mantener relaciones sexuales satisfactorias.

• La habilidad del agresor para inhibir sus principios mora-les y cometer el abuso sexual. Para ello suelen recurrir al alcohol y las drogas.

• Vencer las inhibiciones externas, la más común es la pre-sencia de un protector, generalmente la madre.

• Vencer la resistencia del niño, para ello se usan medidas de presión, seducción y coacción.

Respecto a los agresores, existe un conjunto de factores que éstos presentan en mayor o menor medida (20):

Predisposiciones emocional y psicológica del abusador:

Encuentran a los niños atractivos por su falta de poder, in-madurez y sumisión.

Repiten el abuso que ellos sufrieron en su infancia para recu-perar su autoestima.

Excitación sexual con los menores.

Factores que inhiben las relaciones sexuales adulto-adulto.

Desinhibición: dificultad para aprender, estrés situacional, alcohol o drogas.

Motivaciones específicas: producción de pornografía.

Por último, según Joaquín Esteban Gómez, existen una serie de factores interfamiliares que favorecen los abusos sexuales:

abuso de alcohol, recurso habitual a la violencia, desempleo, au-sencia de otro progenitor, problemas de pareja entre los ascen-dientes, o haber sufrido ellos mismos abusos en la infancia (20).

Abusos sexuales infantiles. Factores que dificultan su detección. Child sexual abuse. Factors that hinder detection

DISCUSIÓN

En función de la sensibilidad, conocimientos y rapidez con que traten los profesionales los abusos infantiles, estarán determi-nando el grado de dignidad, respeto y cuidado que se profesa a la infancia y a sus familias.

Es importante que el equipo interdisciplinar tenga en cuenta que los abusos sexuales existen, al menos en una de cada cin-co niñas y uno de cada siete niños. También es necesario que conozca que los niños objeto de abuso sexual lo son repetidas veces y que no se produce en grupos étnicos residuales, tal y como ha quedado demostrado a lo largo de los resultados. To-dos los niveles sociales, económicos y culturales tienen entre sus miembros a agresores sexuales, no se trata de personalidades peculiares, y es en el entorno familiar donde se producen la ma-yoría de los abusos.

La sociedad en su conjunto debe conocer que se trata de un problema generalizado y difícil y en el que los más indefensos, son los que sufren: los niños. Y dicho sufrimiento se suele ocultar por miedo de los pequeños, por vergüenza de los familiares, por amenazas del agresor o por insuficiente detección (y denuncia) por parte de los profesionales.

Es de especial importancia recalcar la realidad que existe res-pecto a las creencias erróneas acerca de los abusos sexuales, las cuales dificultan aún más si cabe la identificación y denuncia de los mismos.

A pesar de esto, no se debe olvidar que las víctimas, además de las consecuencias directas e inmediatas de estos abusos, su-fren consecuencias a largo plazo tanto físicas como psicológicas que dificultarán su desarrollo personal y su calidad de vida.

Por todo lo argumentado resulta de vital importancia la crea-ción de programas para la prevencrea-ción de abusos sexuales a me-nores, con el objetivo de que el menor sea capaz de diferenciar qué conductas son apropiadas y cuáles no lo son, capacitándole para buscar ayuda en la familia o en adultos de referencia para él. Estos programas se podrían implantar en escuelas, institutos o centros de salud.

Se considera que los abusos sexuales infantiles son una rea-lidad que no debe pasar inadvertida en nuestra sociedad, ya que

“detrás de un niño maltratado o víctima de abusos sexuales hay siempre una persona que daña y otra que calla” y es responsabi-lidad de los dirigentes sanitarios, del equipo interdisciplinar y de la propia sociedad, proteger a los menores y más vulnerables, de cualquier forma de abuso con un ejercicio responsable, riguroso y competente.

BIBLIOGRAFÍA

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20. Huertas JAD, Instituto Madrileño del Menor y la Familia. Atención al abuso sexual infantil. : Insituto Madrileño del Menor y la Familia;

2001.

Nuberos Científica

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