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M ARCO TEÓRICO

VALORES FAMILIARES BIENESTAR FAMILIAR

1.2.1. L AS NECESIDADES DE LA INFANCIA

Los niños y niñas al nacer son seres totalmente dependientes y necesitan de los cuidados de los adultos para sobrevivir y crecer. Pero ¿qué tipos de cuidados son convenientes? Y ¿cuáles son exactamente las necesidades de los niños para desarrollarse y convertirse en personas independientes?

Wild (2007) nos habla de que los individuos son como células que necesitan desarrollarse desde el interior hacia el exterior y que la primera necesidad de la especie es protegerse del caos exterior.

De sus estudios y sus experiencias con los niños llegan a la conclusión de que para que un niño se desarrolle según su ley interior sus necesidades deben ser satisfechas y que los adultos debemos aprender a distinguir entre las necesidades auténticas y las ficticias. El trato respetuoso a las necesidades básicas de la infancia implica crear ambientes en los que ellos puedan crear su “plan humano” (p.79). De los estímulos que se le ofrezcan él mismo seleccionará aquellos que se corresponden a sus necesidades.

Lurçat distinguía ya en 1986 entre necesidades comunes de todos y necesidades específicas de cada uno. Dice que las necesidades comunes a todos los niños son las mismas necesidades fundamentales que tienen también los adultos y que abarcan los aspectos de la actividad humana: necesidades materiales, afectivas, morales, intelectuales, culturales, técnicas, espirituales… Estas necesidades van apareciendo, se van acentuando o cambiando a lo largo del curso de la vida y dependen también del medio y de las costumbres de cada entorno. Pero las necesidades fundamentales como las de ser amado, de alimentación, de juego, afirma la autora, no son iguales para todos; cada niño tiene sus particularidades que el medio también acentuará.

El respeto por las diferencias es uno de los aspectos clave para el bienestar del niño.

Lurçat señala que se pueden dar necesidades prioritarias dependiendo del contexto y de las particularidades de cada niño pero que esto no implica la pérdida de ningún derecho.

Brazelton y Greenspan (2005) dos doctores en medicina, identifican los requisitos indispensables para que la infancia transcurra como una etapa saludable. Apuntan lo que ellos denominan siete necesidades básicas sin las cuales los niños no pueden crecer y desarrollarse correctamente.

Conocer qué necesitan los niños ayuda a definir estilos de crianza a los que todos los niños deben tener “derecho” y por tanto es obligación de los adultos y de la sociedad procurárselos y garantizar así su bienestar.

Los autores ponen de manifiesto las graves consecuencias que puede tener no atender dichas necesidades y hacen reflexionar sobre cómo los avances de los últimos años han llevado en muchas ocasiones al olvido de aspectos relacionados con el afecto y la interacción, base para el bienestar. Los nuevos estilos de vida y organización de las familias han creado la necesidad de servicios destinados al cuidado de los niños y alertan los autores sobre la calidad de estos servicios y la poca rigurosidad de las normativas en relación con la educación infantil. Alertan también de los peligros de que la educación formal se vuelva más impersonal por los avances tecnológicos. Todo se vuelve más individual y se pierde comunicación y contacto humano.

Los autores hablan de la importancia de la calidad de los cuidados para el correcto desarrollo infantil y la importancia de las condiciones de los contextos donde se crece ya sea dentro del ámbito familiar o en otros ámbitos creados principalmente para la conciliación familiar y laboral.

La importancia de las experiencias en los primeros años de vida está ampliamente demostrada y de ahí la importancia de que el niño esté con adultos capaces de ofrecer las atenciones adecuadas.

La obra de Brazelton y Greenspan nos invita a la reflexión sobre los cuidados de la primera infancia, los cuáles recientemente, según los autores, han tomado un carácter eminentemente

competitivo en detrimento de cuidados afectivos. El propósito de la obra de Brazelton y Greenspan es detectar las necesidades básicas y reflexionar sobre la base necesaria para la construcción de habilidades intelectuales, sociales y emocionales y que estos conocimientos sean las herramientas principales para la creación de políticas y servicios de atención a la infancia y a la familia destinados a satisfacer y cubrir dichas necesidades. Estos autores reivindican que sea el Estado el que asuma la responsabilidad de promover los derechos de la infancia dotando los medios correspondientes porque no todo el esfuerzo puede y debe recaer en los padres y en los profesionales.

De las necesidades apuntadas por los autores mencionados (Lurçat, 1986, Brazelton y Greenspan, 2005; Barudy 2005) hacemos nuestra propia clasificación. Describimos a continuación cuáles podrían ser consideradas las necesidades básicas de la infancia:

1. Necesidad de recibir atenciones y cuidados físicos, seguridad y protección.

Los niños y niñas tienen necesidades de cuidados materiales y fisiológicos para sobrevivir:

necesidad de permanecer vivos y con buena salud, recibir comida en cantidad y calidad suficientes, vivir en condiciones adecuadas, estar protegido de los peligros reales que pueden amenazar su integridad, disponer de asistencia médica y vivir en un ambiente que permita una actividad física sana (Barudy, 2005).

Aunque podría parecer evidente la necesidad de atención y protección física para el bienestar, son todavía demasiados los niños expuestos a situaciones de falta de alimentación, pobreza, viviendas poco saludables y falta de asistencia médica. En algunos países de pobreza acusada o en situaciones de guerra la situación general dificulta unas buenas condiciones de vida para una gran parte de la población. En otros países más desarrollados encontramos también casos de niños que viven en condiciones de riesgo. Casos de maltrato o abandono, exposición a alcohol, drogas o sustancias tóxicas, estrés de padres… exponen a los niños a situaciones poco aptas para la

protección y seguridad. Pero incluso también en entornos que podemos considerar favorables encontramos situaciones poco convenientes como alimentación poco saludable, entornos contaminados o un exceso de horas ante la televisión y el ordenador que con frecuencia no somos del todo conscientes de lo poco que contribuyen al desarrollo óptimo de los niños.

La exposición a ciertas sustancias ya dentro del útero aumenta las probabilidades de que el niño presente dificultades perceptivas o de atención. Los entornos caóticos influyen posteriormente en el desarrollo del sistema nervioso central. En cualquier caso se hace evidente la necesidad de atenciones pre-natales y post-natales especialmente en aquellos contextos o sectores donde la educación para la salud no ha conseguido concienciar de la necesidad de hábitos saludables para el buen desarrollo del feto y del bebé.

Apuntan los autores, que aunque sean cuestiones fundamentales para la supervivencia, los adultos no han sido capaces de evitar que millones de niños y niñas en el mundo no tengan cubiertas estas necesidades básicas (Brazelton y Greenspan, 2005).

2. Necesidad de establecer vínculos segurizantes.

Los niños y niñas necesitan cuidados afectivos que les permitan vincularse con quienes les cuidan y sentir que pertenecen a una comunidad que les protege. Sólo si establecen unos lazos afectivos fuertes de calidad, incondicionales, estables y continuos pueden sentir la seguridad necesaria para crecer y relacionarse de manera sana con los demás.

Barudy (2005) habla de la esfera afectiva del buen trato, constituida por la satisfacción producida cuando se cubren las necesidades de vinculación, aceptación y de ser importante para el otro.

Estudios de varios autores como Spitz, Bowlby, Erikson, Freud, Burlingham constataron la importancia de los cuidados afectivos para la salud física, emocional, social e intelectual de la infancia y la necesidad de formar vínculos sólidos con los cuidadores que permitan establecer,

confianza, seguridad y empatía. Por desgracia hay demasiados ejemplos que manifiestan las nefastas consecuencias de cuando se carecen de estas atenciones afectivas.

Hay una estrecha relación entre aprendizaje y contacto e interacción humana. Un niño sólo es capaz de aprender en un ambiente de seguridad física y emocional. Además de tener las necesidades de alimentación y protección física cubiertas requiere de relaciones que le permitan regular su conducta y le den seguridad para conectarse con lo que le rodea. Las relaciones e interacciones emocionales enseñan también a comunicarse, a pensar y a regular la propia conducta manejando los símbolos y códigos propios de cada cultura. En palabras de Brazelton y Greenspan (2005) “hemos llegado a comprender que las interacciones emocionales constituyen los cimientos no sólo de la cognición, sino de la mayoría de las habilidades intelectuales posteriores, incluidas la creatividad y el pensamiento abstracto” (p.28). Y no sólo eso; también es a partir de las emociones que se ponen en juego en las relaciones que se asimilan conceptos de tiempo y espacio así como el sentido moral del bien y el mal.

En las relaciones es fundamental el papel del adulto que debe estimular y responder a las iniciativas de interacción del niño. Se requiere de un adulto disponible y atento que transmita seguridad y apoyo. Un adulto que disponga de tiempo y no esté desbordado ya que el estrés y el malestar dificulta establecer una relación de calidad con el niño. Brazelton y Greenspan (2005) proponen la necesidad de que existan programas de apoyo a las familias para facilitar la formación de vínculos saludables entre padres e hijos y la necesidad de que en los centros de educación infantil haya adultos capaces de establecer relaciones de calidad. Esto es sólo posible si las ratios adulto-niño no son excesivamente altas.

Los niños necesitan en sus vidas estructura, orientación y límites que le den seguridad y le permitan construir un sistema de valores. Los límites se adquieren a partir de los cuidados afectivos. Los niños buscan la aprobación constante de las personas que quieren y la

interiorización de pautas ayuda a la construcción de unos valores y objetivos propios. Pero la disciplina no debe basarse en castigos o amenazas, sino en el amor y los cuidados.

3. Necesidad de establecer relaciones sociales y pertenecer a una comunidad.

Las personas necesitan sentir que pertenecen a una comunidad que da protección y apoyo.

Primero la familia es la que media entre el niño y el grupo y más adelante será autónomo para participar directamente en el entorno social. Dentro de las necesidades sociales Barudy (2005) distingue la necesidad de comunicación, de consideración y de estructura:

 Comunicación: capacidad de interacción y intercambio indispensable para la construcción del sistema social así como para ser reconocido por el grupo al que se pertenece.

 Consideración: ser reconocido y respetado por lo que cada uno es así como que se consideren los derechos de cada individuo.

 Estructuras: necesidad de ser educados y de aprender normas y reglas que estén basadas en el respeto a la vida, a la integridad y a los derechos de todos.

Brazelton y Greenspan (2005) hablan de los cuatro niveles de organización de las comunidades que guardan un paralelismo con los niveles de desarrollo humano:

 El primer nivel es la protección y seguridad física que ofrece la comunidad.

 El segundo nivel se refiere a la coherencia y conexión entre los miembros que ofrece la comunidad.

 El tercer nivel es cuando las comunidades tienen capacidad de comunicación entre sus miembros para conseguir algún objetivo y comparten símbolos, valores o ideales.

 Finalmente, en el último nivel encontramos las comunidades que son capaces de reflexionar y planificar el futuro.

Por el bienestar de la infancia se tendrían que hacer esfuerzos para favorecer que las comunidades fuesen seguras, cohesionadas, comunicativas y reflexivas ya que ello garantizaría la organización de estructuras de apoyo y protección a la infancia y de buenos modelos para un óptimo desarrollo. Los niños y niñas, como miembros de una comunidad y una cultura, adquirirán una serie de valores que serán garantía de un buen trato si son valores positivos que garantizan el respeto a la vida, la tolerancia y solidaridad. Ello permite “que los niños se sientan dignos, orgullosos y confiados en los adultos de su comunidad” (Barudy, 2005, p.74).

Las escuelas pueden ser en sí comunidades donde existan mecanismos de apoyo, comunicación y cohesión o pueden surgir de ellas asociaciones o estructuras que cumplan las funciones mencionadas.

4. Necesidad de experiencias de estimulación del desarrollo cognitivo y lingüístico.

Los niños y niñas van pasando por distintas fases de desarrollo. En cada una de ellas son necesarias ciertas experiencias para avanzar. La interacción con los adultos será fundamental para adquirir herramientas de comunicación y conexión con el mundo. Cada niño tiene su propio ritmo y es adecuado respetar y no forzar o apresurar el desarrollo de cada una de las etapas.

Brazelton y Greenspan (2005) señalan las seis etapas de desarrollo infantil en las que se desarrollan las capacidades básicas que agrupan todas las destrezas infantiles:

 Seguridad y capacidad de mirar, escuchar y estar tranquilo. Si están tranquilos muestran interés y prestan atención a cuanto les rodea.

 Relaciones con los demás: capacidad para sentir ternura y cercanía hacia los demás. Mostrar confianza y intimidad con los adultos y los compañeros. Sentir placer en el relacionarse con los otros.

 Comunicación intencional sin palabras. La comunicación es en primer lugar no verbal, con gestos, miradas, sonrisas. La comunicación e interacción humana no verbal es un componente importante de la socialización.

 Solución de problemas y creación de un sentido del yo. Van descubriendo cómo funciona el mundo y a reconocer qué acciones provocan determinadas respuestas.

 Ideas emocionales: forman ideas sobre lo que quieren y necesitan y sobre sus emociones y son capaces de expresarlas para comunicar lo que quieren o lo que sienten.

 Pensamiento emocional: establecen ya conexiones entre las distintas categorías de ideas y sentimientos.

Barudy (2005) indica que los niños deben recibir la estimulación y el apoyo necesario para desarrollar su pensamiento y capacidades de comprensión e interacción con lo que les rodea.

Cabe satisfacer las necesidades cognitivas de estimulación, de experimentación y de refuerzo.

 La necesidad de estimulación: ofrecerles entornos que inciten a la curiosidad, a la motivación por explorar el mundo y proporcionarles oportunidades de conocimiento y desarrollo. Habrá que saber encontrar un equilibrio porque se sabe también que un exceso de estímulo puede generar estrés y angustia.

 Experimentación: oportunidades de actuar y incidir en su entorno y explorar. Sólo será posible la exploración si se posee la seguridad suficiente proporcionada por las personas con quien se tiene vinculación.

 Refuerzo: necesidad de que los adultos significativos reconozcan los esfuerzos, las conquistas, corrijan errores y refuercen las conductas adecuadas. Necesidad de que se les valore y se les reconozca sus capacidades.

5. La necesidad de experiencias adecuadas a las diferencias individuales.

Es obvio que todos los individuos somos diferentes y la ciencia durante mucho tiempo se ha

determinación de nuestra personalidad. Pero más allá de esto importa comprender cómo trabajar con las diferencias individuales. Se sabe ahora que la respuesta del adulto a los comportamientos del bebé puede tener un gran peso en su desarrollo y que ciertos rasgos físicos no tienen necesariamente que ser una limitación. Afirman Brazelton y Greenspan (2005) que “cuando los padres respetan las diferencias individuales, muchos pequeños nacidos con trastornos graves mejoran más de lo esperado” (p.111).

Según Brazelton y Greenspan (2005) el sistema educativo debe reconocer las diferencias individuales y saber dar la respuesta más ajustada a las necesidades particulares de cada niño.

Hablan de seis planteamientos que les parecen fundamentales:

 La unicidad de cada niño: los niños y las niñas se diferencian en la capacidad de prestar atención, en la capacidad de relacionarse, en la capacidad de resolver problemas, en la habilidad de crear y utilizar símbolos, en la capacidad de pensar… así como también es único cada familia, cada contexto y comunidad donde convive cada niño.

 Colaboración entre familias y educadores: para analizar el desarrollo del niño y establecer qué entorno físico, currículo y tipo de relaciones pueden fomentar el aprendizaje. La estrecha colaboración entre padres y maestros facilita la creación de oportunidades de aprendizaje.

 Aprender mediante interacciones emocionales dinámicas: el pensamiento abstracto se compone de experiencias emocionalmente significativas y de la capacidad para la reflexión.

 No hay lugar para el fracaso: se trata de encontrar los métodos para que cada niño y niña aprendan considerando su progreso en función de su punto de partida.

 Grupos pequeños: son necesarios grupos con menos alumnos que los que actualmente solemos encontrar en las aulas para atender correctamente a las diferencias individuales y desarrollar el potencial de todos los alumnos.

 Tiempo dedicado a las capacidades básicas cada día: las capacidades de procesamiento auditivo, procesamiento espacio-visual, modulación sensorial y planificación y secuenciación

motora son la base de la lectura, las matemáticas, la escritura y toda la modalidad de pensamiento académico y social. Según los autores gran parte del tiempo escolar debería dedicarse a trabajar estas capacidades básicas de manera explícita y sistemática.

6. Proteger el futuro.

Brazelton y Greenspan (2005) apuntan una última necesidad que requiere del compromiso de organismos, países e instituciones para garantizar las condiciones óptimas para cubrir estas necesidades. En muchos países los peligros por amenazas nucleares, biológicas o ecológicas o las nuevas enfermedades hacen que los esfuerzos de la población se limiten en muchos casos a sobrevivir.

Es necesaria la colaboración internacional para combatir estas amenazas. Hoy todos los lugares del mundo son interdependientes; dependemos económicamente, la comunicación nos conecta con individuos de cualquier parte. E incluso el miedo a peligros que pueden afectarnos a todos nos obliga tomar decisiones en común. La cooperación es necesaria, por tanto, para proteger futuras generaciones y el reto es combatir la tendencia a la impersonalidad y la fragmentación.

Brazelton y Greeenspan enumeran tres principios básicos para alcanzar el reto de garantizar los derechos de la infancia:

 La seguridad de tener las necesidades físicas cubiertas: toda la población ha de tener comida, vivienda y asistencia médica y esto debe ser una preocupación mundial.

 Una filosofía y una ética mundial a favor de relaciones humanas estables que conserve y asista a las familias y a las comunidades.

 Familias, entornos educativos y comunidades que ayuden a los niños a convertirse en miembros comunicativos y reflexivos de la sociedad.