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influencias entre estilo y obra

"Cada época lleva consigo su luz particular, su peculiar sentimiento de espacio, como una necesidad" 75, Henri Matisse.

Josephin Peladan criticó a Matisse puesto que no pintaba honestamente, es decir, respetando el ideal y las normas. A lo que el artista contestó: Si existieran realmente (reglas), y fuera posible aprenderlas, tal como sería mi deseo, ¡cuántos artistas sublimes tendríamos entre nosotros!76 En este contexto, Matisse nos quiere hacer ver que, si existirían unas directrices mágicas que con sólo seguirlas nos convertiríamos en artistas, todo el mundo lo sería. Pero en la realidad, no es así. Es fácil repetir sentencias, continúa Matisse, pero lo difícil es penetrar en su sentido77. Es decir, los artistas no copian superficialmente de un modelo o siguen unas determinadas reglas para poder ser considerados como creadores, sino que es algo más profundo que tiene que ver con la esencia del ser, tal y como vimos en sus procesos creadores de introspección.

A cada generación de artistas le corresponde sus propias reglas, que definen su propia naturaleza.

Cada momento histórico conlleva sus opiniones y sentimientos e incluso errores, que compartimos. Sin quererlo, se establece una solidaridad espontánea entre nuestra época y

75 (Matisse,1978, p. 130).

76 Ibíd. p. 35.

77 Ibíd.

46 nosotros, por mucho que insistamos en considerarnos exiliados78. Aunque existen matices:

Todos los artistas llevan la huella de su época, pero los grandes artistas son aquellos en los que está marcada más profundamente.79

Según Matisse, los sentidos pasan por una etapa de desarrollo provocada por un momento concreto de la civilización, no por el ambiente inmediato. Nacemos con la sensibilidad de una determinada época de la civilización80. Y esa sensibilidad nos marca mucho más que todo lo que podamos aprender de otras épocas. El desarrollo de las artes es motivado por el individuo, pero también por la civilización que nos precede. El artista no es el único dueño de su producción, ha sido impuesta por la civilización. Como ejemplo, Matisse afirma que en sus últimas pinturas ha incorporado a la esencia de su trabajo las adquisiciones que ha ido realizando desde hacía veinte años. El pintor y escultor Joan Bennàssar también destaca como padres de su obra a Tàpies, Braque, al mismo Matisse y a la última etapa de Picasso.

En este mismo sentido, Hauser explica la influencia entre la estética y el artista comparándolo con el lenguaje. Nacemos en una sociedad cuyo lenguaje ya está en funcionamiento para facilitar la comunicación entre sus individuos. En el campo del arte ocurre lo mismo, el artista nace y al principio se expresa en el lenguaje común de sus maestros, el de sus antecesores. Su forma personal de expresión, su tonalidad propia, necesita un tiempo de maduración y de práctica.

Aunque el artista sea rebelde, debe expresarse en el mismo idioma de la generación anterior para hacerse comprender, como vimos en el apartado anterior sobre la recepción de la obra. De esta lengua que es el arte, finalmente no surgirá una creación, sino para Hauser, una renovación idiomática.

78 Ibíd. En ese momento ronda el año 1908, Matisse expone en Nueva York y vive en París. Aunque la

consideración de exiliados podría venir de un sentimiento de diferencia con respecto a la realidad actual vivida por otros artistas de su entorno.

79 Ibíd.

80 Ibíd.

47 2.3.1 Las necesidades místicas

La huella de una época o mejor dicho, la marca dejada por un artista en la historia del arte, es explicada de manera ejemplar por Kandinsky. En su libro, el artista distingue tres causas místicas de la necesidad interior explicada anteriormente. El creador ha de expresar lo que es propio (lo que forma parte de su personalidad), lo que es característico de su época, y lo que forma parte del Arte en general. Según Kandinsky, las dos primeras necesidades místicas, lo que es propio del artista y del estilo, son más fáciles de valorar por el público por ser externas y subjetivas. En cambio, aquella necesidad de formar parte del Arte con mayúsculas, es algo interno, es esencial.

Por ello es una característica objetiva y eterna. Esto difiere de las primeras causas que dependen del tiempo y del espacio. Es decir, para que el arte sea arte, debe cumplir con estas tres cualidades y la tercera, que consiste en la misma apreciación de la obra en cualquier época y lugar, independientemente de su estilo estético o personal, es fundamental para que la obra quede escrita de manera permanente en la Historia del arte. Así se explica que actualmente valoremos un obelisco egipcio por su esencia artística, pese a que esté fuera de nuestro tiempo y espacio.

Francastel, fundador de la sociología del arte, apelará en cambio, al modelo selectivo de ordenación de las sensaciones visuales81 que ofrece la obra y que adopta la sociedad gracias a un juego de transferencias, dando pie a la posibilidad natural del ser para poder entrar en comunicación con la obra a lo largo de diferentes civilizaciones. Estas necesidades que caracterizan al arte, se encuentran intrínsecamente relacionadas en el objeto. La proporción de estos tres valores descritos por Kandinsky, puede variar en la obra, y cuanto ésta se incline más por su aspecto universal, será más difícil reconocer el carácter artístico por sus coetáneos.

Es decir, no sólo los artistas se influencian los unos a los otros, sino que dependen también de su momento histórico que les marca esencialmente. Para Kandinsky, el valor de estilo que lleva intrínseco la obra es imprescindible para entenderla y reconocerla en su época. Además, añade Matisse, el lado positivo de las influencias son las aportaciones que transforman, rejuvenecen, enriquecen, abren nuevos caminos y constituyen un vínculo importante.82 En la época de Matisse

81 (Francastel, 1984, p. 34)

82 Verdet, citado por Matisse (1978, p. 102), apropósito de las influencias orientales en su obra.

48 y Kandinsky, el cambio en la cultura supone una nueva comprensión del universo, del tiempo y del espacio, por lo tanto, también de estilo.