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Análisis de comparación de medidas, sobre un modelo de cohorte, entre intervenciones con y sin perspectiva de género en mujeres víctimas de violencia de género

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Facultat de Psicologia

Memòria del Treball de Fi de Grau

Análisis de comparación de medias, sobre un modelo de cohorte, entre intervenciones con y sin perspectiva de género en mujeres víctimas

de violencia de género.

Elena Nájera Pomar Grau de Psicologia

Any acadèmic 2015-16

DNI de l’alumne: 43215054D

Treball tutelat per Esperanza Bosch Fiol Departament de Psicologia

S'autoritza la Universitat a incloure aquest treball en el Repositori Institucional per a la seva consulta en accés obert i difusió en línia, amb finalitats exclusivament acadèmiques i d'investigació

Autor Tutor No No

Paraules clau del treball:

Violencia de género, perspectiva de género, intervención

x

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Índice

Resumen/Abstract………....3

Introducción……….4

Violencia de Género……….4

Perspectiva de Género……….5

Intervenciones dirigidas a mujeres víctimas de violencia de género……..7

Método……….11

Participantes………11

Instrumentos………12

Procedimiento………..14

Resultados………....16

Discusión………..19

Limitaciones y mejoras………...21

Referencias………...23

(3)

Resumen

El objetivo del presente estudio es evaluar la efectividad de la intervención grupal del Servei d’Assistència Psicològica a Dones (SAPD), en Palma, para mujeres víctima de violencia de género. La intervención consta de 10 sesiones en las que se utilizan técnicas para la disminución de ansiedad, depresión y sintomatología postraumática, técnicas para reducir el impacto de emociones como culpa, miedo o vergüenza, psicoeducación sobre violencia de género, así como perspectiva de género de manera transversal. Para ello, se utilizan los instrumentos: Beck Depression Inventory, State-Trait Anxiety Inventory/Self Evaluation Questionnaire, e Inventario de Pensamientos Automáticos. Posteriormente estos resultados se comparan con los obtenidos en el Centro de Asistencia Sanitaria (CAS) de Sant Cugat del Vallès, con una estructura similar, pero sin incluir perspectiva de género. Los resultados indican que la sintomatología se reduce tras la intervención grupal del SAPD, y que no hay diferencias significativas entre los resultados allí obtenidos, y los conseguidos en el CAS. Se discuten las limitaciones que han afectado a la investigación.

Abstract

The aim of the present study is to demonstrate the effectiveness of the group in- tervention in the Servei d’Assistència Psicològica a Dones (SAPD), in Palma, for women who have been victim of gender violence. This intervention has 10 sessions, where different techniques are used to decrease anxiety, depression and posttraumatic symptomatology, techniques to reduce the impact of emotions like guilt, fear, and shame, psychoeducation, as well as gender perspective. Used instruments are Beck De- pression Inventory, State-Trait Anxiety Inventory/Self Evaluation Questionnaire, and Inventario de Pensamientos Automáticos. Later, these results are compared with the ones obtained in the Centro de Asistencia Sanitaria (CAS), in Sant Cugat del Vallès,

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which has similar structure, without using gender perspective. Results show that symp- tomatology decreases after the SAPD intervention, but there are not significant changes between both interventions. Limitations of this study, which affect results, are discussed at the end of this paper.

Introducción Violencia de género

El artículo primero de la resolución de la Asamblea General de la ONU 48/104, enmarcada en la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres (1994) incluye la siguiente definición de violencia de género: “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Desde entonces, se establece una tipología sobre las situaciones que constituyen violencia de género, que se clasifican como: física, psicológica, social, sexual, económica, estructural, espiritual, política y simbólica, siendo los cinco primeros, posiblemente, los más detectables.

Se define así la violencia de género como un problema social basado en las desigualdades estructurales que afectan a hombres y mujeres por el hecho de pertenecer a un género determinado. Estas diferencias sitúan a los hombres en una posición de poder respecto a las mujeres en todos los ámbitos de la vida, desde el entorno laboral o académico, hasta la intimidad del hogar. (Bosch y Ferrer, 2000) Afortunadamente, la concienciación sobre la gravedad de las consecuencias de la desigualdad ha aumentado en las últimas décadas, lo que se manifiesta a través del aumento de medidas sociales,

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políticas y legales para evitar y castigar los abusos, así como en el desarrollo de numerosas vías de investigación (Menéndez, Pérez y Lorence, 2013).

Este tipo de violencia es una de las manifestaciones más terribles de la

desigualdad social entre hombres y mujeres. Se legitima a través de la concepción de los roles tradicionales fundamentados en los principios de la sociedad patriarcal, que considera a la mujer como propiedad del hombre, lo que deja a los hombres en un plano superior, desde el cual tienen la posibilidad de decidir, ordenar y castigar sobre los actos de la mujer. (De Miguel, 2005).

Según el modelo piramidal de Bosch y Ferrer (2013), desde los cánones que se difunden desde la sociedad patriarcal y machista, se educa a hombres y mujeres de manera diferente, mediante un proceso denominado socialización diferencial, que determinará los roles y estereotipos que debe seguir cada persona según el género al que pertenezca. Los roles y mandatos incluyen una subordinación de la mujer hacia el hombre, por lo que éstos, presumiblemente, tendrán la capacidad de controlar a sus parejas en cualquier aspecto. Bajo este contexto, si se da una situación de tensión en la que el hombre sienta una pérdida de poder o control, se puede desencadenar el asesinato por motivo de género.

Perspectiva de género

La investigación psicológica se ha realizado, desde sus inicios, en base y alrededor de la figura masculina, siendo sus problemas el foco de atención, y ellos los sujetos de intervenciones cuyos resultados son válidos únicamente para sí mismos, aunque después se extrapolen al género femenino. Las implicaciones de esta manera de proceder son claras: las mujeres, sus padecimientos y necesidades, no se reflejan en la gran parte del cuerpo teórico de la ciencia psicológica. La existencia de sesgos de

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género implica que no existe una representación válida de las mujeres en los resultados expuestos en la literatura psicológica (Ferrer y Bosch, 2005)

Sabiendo que el tratamiento terapéutico es clave para la recuperación integral de las mujeres que han padecido violencia de género y presentan algún tipo de

problemática asociada a este hecho, es de suma importancia entender que, bajo una perspectiva androcéntrica, los tratamientos pierden efectividad. Por lo tanto, la inclusión de una orientación feminista en las terapias, donde no solo se tengan en cuenta las necesidades específicas de las mujeres, sino que las oriente hacia la compresión de la situación de desigualdad que sufren por el hecho de pertenecer al género femenino, y las empodere dentro de una sociedad en la que el poder pertenece mayoritariamente a los hombres, es crucial para la recuperación de las patologías derivadas de las situaciones de violencia, así como para la prevención y la detección de futuras situaciones violentas.

La orientación feminista en las terapias tiene como objetivos visibilizar, concienciar y conseguir una recuperación plena de las facultades y libertades de la mujer. Para ello, es imprescindible la introducción de perspectiva de género en los procedimientos

terapéuticos, más aún en aquellas dirigidas a la eliminación de secuelas provocadas por violencia de género (Bosch y Ferrer, 2005).

Es importante no caer en el equívoco, pensando que todas las mujeres que han pasado por una situación de violencia de género, van a presentar secuelas y, por lo tanto, precisarán de una intervención. Hay mujeres capaces de superar esta situación por sí mismas y no presentar sintomatología ninguna, gracias a la resiliencia. Además, esta capacidad no es fija, sino que puede trabajarse, lo que ayudaría a aquellas mujeres que si presenten malestar en su proceso (Salvador, 2015).

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Gracias a numerosos cambios sociales, en concreto a la revolución del

pensamiento feminista durante los años 70, y su introducción en el ámbito académico, se han desmitificado concepciones tradicionales sobre la violencia sobre las mujeres, como la tendencia a afirmar que es algo natural por haber sucedido a lo largo de la historia, o el relacionar su aparición con una posible patología del agresor. (De Miguel, 2005). Esta comprensión más profunda del problema es lo que lleva a considerarlo un problema social por primera vez y a incluir progresivamente la necesidad de evaluar de manera diferente la violencia de género del resto de violencias existentes. Esta

consideración incluye de manera implícita la consideración de que las mujeres que la padecen pueden llegar a desarrollar problemas y necesidades con características diferenciales respecto a las consecuencias de otros tipos de abuso. Es aquí donde alcanza una importancia capital la integración de perspectiva de género tanto en la investigación como en el tratamiento de mujeres que han sufrido violencia de género.

La introducción progresiva de la perspectiva de género en los estudios

psicológicos ha permitido que ésta evolucione y se le otorgue más importancia (Barbera y Cala, 2008). Aun así, está lejos de conseguirse una generalización, por lo que siguen existiendo numerosos tratamientos que, a pesar de demostrar eficacia, siguen sin

considerar las particularidades que socialmente se le otorgan al género femenino, por lo que no se plantean sus consecuencias, lo que hace imposible que se provoquen mejoras en aquellos aspectos ligados al papel que juega la mujer por su condición femenina.

Intervenciones dirigidas a mujeres víctimas de violencia de género

Las características particulares de la situación de abuso que supone la violencia de género, llevarán al desarrollo de unas dolencias particulares en las mujeres que lo han sufrido (Bosch, Ferrer, Alzamora y Navarro) por lo que también los tratamientos deben dirigirse no sólo patologías que en numerosas ocasiones aparecen tras la situación

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de violencia, como son depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático, sino todas aquellas emociones paralelas que puedan aparecer, e incluir estrategias para afrontar y superar el motivo de aparición de los trastornos.

Santandreu y Ferrer (2014) remarcan la necesidad de crear e instaurar

intervenciones específicas para mujeres que han padecido maltrato psicológico, sobre todo en aquellos casos en los que se presenten emociones como culpa, rabia, vergüenza, tristeza, o la autoestima se vea mermada. Por otro lado, la Macroencuesta del Instituto de la Mujer de 2015, resalta que otras emociones que comparten una gran proporción de mujeres que han sufrido algún tipo de violencia son impotencia, tristeza, miedo y angustia.

A día de hoy, existen numerosos tratamientos cognitivo-conductuales cuyo objetivo es la recuperación de las mujeres que han padecido violencia de género. La gran mayoría, obtienen resultados satisfactorios en las medidas de patologías clásicas, como depresión, ansiedad y estrés postraumático (tanto a nivel individual como grupal).

Es el caso de los tratamientos propuestos por Cáceres-Ortiz, Labrador, Ardila-Mantilla, Parada-Ortiz, (2011), que obtienen reducciones significativas en niveles de TEPT y trauma, así como el de Echeburúa, Sarasua, Zubizarreta y Paz de Corral, (2013) en el que se consigue reducir el TEPT al 100% de las mujeres que realizan la totalidad del programa, aunque en su objetivo de disminuir el malestar emocional y la evitación sexual, sus resultados disminuyen hasta el 65.6% y 63% respectivamente, o el de Labrador, Fernández y Rincón, (2009), cuyo tratamiento consigue una reducción del TEPT y trastornos asociados de más del 80%.

Aunque estos tratamientos reflejen una mejoría indudable en las dolencias

“mayores” relacionadas con las situaciones de abuso con motivo de género, en ellos no se aplica perspectiva de género, ya que utilizan las mismas técnicas que con cualquier

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otro tipo de paciente. El hecho de no tener en cuenta la diferente génesis y evolución de las dolencias psicológicas en mujeres víctimas, ni todas las emociones y consecuencias derivadas de la situación que han sufrido, hace que los programas que no incluyen una mirada de género, no se adapten a la totalidad de posibilidades sintomáticas que pueden presentarse y, por lo tanto, que dejen dolencias severas sin tratar. Sí que incluyen elementos de psicoeducación, por lo que, a pesar de no incluir perspectiva de género, sí que se aprecia cierta sensibilidad hacia el proceso vivido por las pacientes, hacia las necesidades de comprender qué elementos han favorecido que se generara la situación de violencia y de fomentar la prevención.

Existen propuestas que se aproximan a la realidad de las consecuencias psicológicas de la violencia de género, incluyendo en sus planes de tratamiento perspectiva de género, además de técnicas específicas para los diferentes problemas ligados a las situaciones de violencia de género.

En este punto, es imprescindible mencionar la visión que aporta Leonore Walker a través de la Survivor Therapy. En ella, la autora integra la teoría feminista con la terapia del trauma, para desarrollar los principios base de la intervención, que estarán dirigidos a que la mujer logre empoderarse, comprender su situación en la sociedad y actuar en consecuencia, con libertad y seguridad (Bosch, Ferrer y Alzamora).

También hay que subrayar las aportaciones de Mary Ann Dutton, quien propone como elementos básicos de la intervención: tipo y patrón de violencia, abuso y control;

efectos psicológicos del abuso; estrategias de escape, evitación y supervivencia y por último factores mediadores en la situación de abuso y en estrategias de supervivencia.

A nivel nacional, encontramos la aportación de Matud, en su libro Mujeres maltratadas por su pareja: guía de tratamiento psicológico, en el que propone

intervenciones grupales en las que incluye: psicoeducación, comunicación y asertividad,

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eliminación de distorsiones cognitivas, reestructuración cognitiva y dinámicas destinadas a la reparación de la autoestima. Aunque su aproximación está orientada específicamente a mujeres que han sufrido violencia de género, aun no puede

considerarse que se aplique perspectiva de género de manera transversal, puesto que su base teórica es puramente cognitivo-conductual, sin incluir teorías feministas, además de no tratar las emociones anteriormente mencionadas.

Otra intervención que ha demostrado su efectividad es la terapia grupal diseñada por Ayats, Cirici y Soldevilla (2010) en la que se incluyen técnicas de autocontrol para la disminución de ansiedad, depresión y sintomatología relacionada con el estrés

postraumático, así como técnicas de reconstrucción de autoestima, asertividad y toma de decisiones. Muestran unos resultados significativos en cuanto a la reducción del

malestar en ansiedad y depresión, así como una tendencia a la disminución de las puntuaciones en las pruebas. A pesar de estos resultados, no aplican perspectiva de género, por lo que cabe la posibilidad de que las mejoras sean mayores.

En el ámbito local, en Palma se cuenta con el Servei d’Assistència Psicològica a Dones (que también ofrece sus servicios en Inca y Manacor para mujeres de la Part Forana). En él se llevan a cabo intervenciones individuales y grupales, así como talleres de autoestima. Centrándonos en el ámbito terapéutico, los objetivos son disminuir la sintomatología que las mujeres presenten asociada a la situación de violencia vivida, utilizando diversas técnicas dirigidas a la disminución de la ansiedad, depresión y/o estrés postraumático, aplicando a la vez, perspectiva de género de manera transversal, y dirigiéndose a la identificación y eliminación de emociones y pensamientos

distorsionados que tienden a aparecer tras haber sufrido situaciones de violencia de género. En el artículo de Santandreu, Torrents, Roquero e Iborra (2014) se muestra como las intervenciones socioeducativas llevadas a cabo en el servicio son efectivas

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para las mujeres que la realizan, ya que su autoestima incrementa. En cuanto a las terapias individuales y grupales, no se han encontrado datos publicados, pero se realizará un análisis de la efectividad de la terapia grupal en el presente trabajo.

Método Participantes

La muestra inicial está formada por 22 mujeres, con una media de edad de 36.64 años (rango entre 16 y 81), todas usuarias del Servei d’Assistència Psicològica a Dones, reclutadas para su participación en el estudio, de manera voluntaria, al inicio de la intervención a través de terapia grupal. Todos los datos demográficos resumidos en la Tabla 1, se han extraído de las entrevistas iniciales que realizan todas las mujeres en la primera sesión en el centro, con su consentimiento. Sus datos se conservarán en el centro de referencia y se acuerda con ellas la devolución de los resultados. En cuando al tipo de violencia sufrida, todas las mujeres que empezaron terapia grupal, padecieron violencia psicológica, el 59.1% violencia física, el 50% social, el 40.09% violencia económica y el 31.8 violencia sexual. Las usuarias formaron parte de cuatro grupos diferentes, uno de ellos formado por adolescentes y mujeres menores de 25 años.

Frecuencia Porcentaje Edad

Menor de 30 De 31 a 50 Mayor de 50

6 15 1

27.3 68.2 4.5 Nacionalidad

Española Extranjera

19 3

86.4 13.6 Hijos

No Sí Con presunto

8 14

36.4 63.6

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agresor 14 63.6 Estudios

Primarios Secundarios

Formación profesional Bachillerato

Superiores

4 7 3 3 5

18.2 31.8 13.6 13.6 22.7 Antecedentes de

violencia No

11 11

50 50

Tabla 1. Resumen de datos sociodemográficos de la muestra a analizar. Elaboración propia.

Finalmente, el análisis completo solo se pudo realizar con 10 de las mujeres iniciales.

Los factores que pueden estar relacionados con una muerte experimental tan elevada se tratarán en un apartado posterior.

Instrumentos

Beck Depression Inventory ,1961, (BDI). Inventario construido por Beck, cuyo objetivo es la precisión de los niveles de depresión, a través de la respuesta a 21 ítems de respuesta múltiple. Cada respuesta tiene una puntuación asociada, cuya suma proporciona el grado de severidad de la depresión. Oscila entre los 0 y los 63 puntos, y establece cuatros rangos cuantitativos de depresión: ausencia (entre 0 y 10 puntos), leve (entre 11 y 18), moderada (entre 19 y 29) y grave (desde 30 hasta 63 puntos). Este instrumento fiable para la población española, tanto en cuanto a la consistencia interna, consiguiendo un alfa de Cronbach de 0.83, como para la estabilidad temporal (Sanz y Vázquez, 1998)

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State-Trait Anxiety Inventory/Self Evaluation Questionnaire ,1982, (STAI).

Cuestionario de Spielberger, Gorsuch y Lushor que consta de dos partes de 20 ítems tipo Likert en cada una. La primera tiene como objetivo puntuar el constructo Ansiedad- Estado, que se definen como los sentimientos de presión y aprensión que puede sufrir una persona en un momento determinado, mientras que la segunda parta. Ansiedad- Rasgo, mide la tendencia estable a percibir los estímulos como negativos, lo que provocaría incrementos de tensión que generarían los mencionados sentimientos. Se obtiene así una puntuación directa que hay que trasladar a percentiles a través de los propios baremos del test.

Inventario de Pensamientos Automáticos, 1991, (IPA) de Ruíz y Luján. Este inventario tiene como objetivo la detección de pensamientos automáticos, relacionados con las diferentes distorsiones cognitivas. Consta de 45 ítems, que se responden

mediante una escala tipo Likert entre 0 y 3, que otorgan puntuaciones para quince tipos de pensamientos automáticos, agrupados en las siguientes categorías: filtraje,

pensamiento polarizado, sobregeneralización, interpretación del pensamiento, visión catastrófica, personalización, falacia de control, falacia de justicia, falacia de cambio, etiquetar globales, culpabilidad, los debería, falacia de razón y falacia de recompensa divina. Se afirma que una puntuación mayor o igual a dos en todas las categorías implica un efecto importante de los pensamientos automáticos en el estilo de pensamiento, y si ésta es 6 o más, existe una tendencia a padecer distorsiones cognitivas.

Entrevista semiestructurada. Entrevista inicial dentro del protocolo del SAPD, que se realiza durante la primera sesión de todas las usuarias. En ella se recogen datos sociodemográficos actuales, como la situación familiar, laboral o educativa, así como la historia de violencia sufrida.

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Procedimiento

Por todo lo explicado hasta el punto actual, se presume la superioridad en eficacia y en bienestar subjetivo en intervenciones en las que se incluya la perspectiva de género y/o mirada feminista. Para comprobar esta hipótesis, se plantea una comparación entre los resultados obtenidos por las mujeres que reciben tratamiento psicológico grupal en dos centros: el Centro de Asistencia Sanitaria (CAS) de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) y el Servei d’Assistència Psicològica a Dones (SAPD) de Palma.

El procedimiento a seguir será la replicación de la investigación llevada a cabo por Ayats (2010) en el CAS de Barcelona, en el SAPD de Palma, proporcionando a las usuarias de este último los test principales incluidos en la investigación de Ayats: BDI y STAI. Para el análisis, se plantea un modelo de cohorte. Realizamos una comparación de medias entre las puntuaciones de los test pre y post tratamiento, bajo la hipótesis de que éstas serán inferiores después de haber realizado la intervención. Tras estas pruebas, se realiza una comparación no estadística entre los resultados obtenidos tras la

intervención grupal en Sant Cugat del Vallès (Ayats, 2010). Esperamos que los resultados de ésta sean inferiores que los obtenidos en la intervención en el SAPD, ya que en el centro de Palma se aplica la intervención incluye perspectiva de género de manera transversal.

Se considera apropiada esta perspectiva, puesto que el objetivo es comparar dos poblaciones similares, de las que se ha llevado a cabo un seguimiento (la terapia) y verificar los cambios que produce la exposición a una variable concreta, en este la caso, la introducción de perspectiva de género de manera transversal durante la terapia. En ambos casos, se realiza un análisis previo y posterior al tratamiento grupal.

Grupos Centro de Asistencia Sanitaria Grupos Servei d’Assistència Psicològica

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(Sant Cugat del Vallès) a Dones (Palma) - 20 sesiones de 90 minutos

- Periodicidad semanal

- Técnicas de reconstrucción de autoestima

- Toma de conciencia sobre situación de violencia

- Autocontrol emocional, dirigida a síntomas de estrés, ansiedad y depresión

- 10 sesiones de 120 minutos - Periodicidad semanal - Técnicas de cohesión grupal - Toma de conciencia sobre

situación de violencia - Mitos de amor romántico - Dependencia emocional - Culpabilidad

- Técnicas de relajación - Perspectiva de género

(transversalmente)

Observamos que entre ambos grupos existen diferencias metodológicas y de contenido. En el grupo de Sant Cugat del Vallès, la terapia está generalizada y, a parte de la autoestima, no focaliza en las emociones que afectan específicamente a las víctimas de violencia de género, como son la culpa, la vergüenza, e incluso la dependencia emocional. En cambio, en el grupo de Palma, se aborda toda esta problemática. Por este motivo, y por la orientación de las profesionales del SAPD, que aplican la perspectiva de género de manera transversal, se establece que el grupo del artículo de referencia recibe un tratamiento que no incluye perspectiva de género, mientras que el tratamiento trazado para los grupos de Palma sí. Se comparan ambas terapias en la Tabla 2.

Tabla 2. Comparación de características entre las intervenciones de CAS y SAPD. Elaboración propia

Para minimizar posibles sesgos, se utilizan los mismos instrumentos, de idéntica versión, que en el artículo de Ayats (2010). También se analizan los tipos de maltrato

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sufrido en cada uno de los grupos, tras lo cual, se concluye que, a pesar de que los porcentajes no son idénticos, sí concuerdan en que todas las mujeres sufrieron violencia psicológica, elemento que para muchos profesionales es el que más daño puede causar a largo plazo. Este daño se conoce como huella psíquica, que puede manifestarse en síntomas internos o externos (Arce, 2010). Por estos motivos se consideran las muestras como comparables.

El procedimiento de intervención seguido en el SPAD, y que se encuentra resumido en la Tabla 2, consiste en la realización de entre 8 y 10 sesiones de terapia grupal semanales de dos horas de duración, en las que se dedica la primera sesión a presentar a los miembros del grupo, las normal y actividades de cohesión grupal, mientras que en las sesiones posteriores se tratan las vivencias de las participantes a través de la exposición teórica de los elementos que cimientan la aparición de relaciones en las que se sufre violencia de género, así como los mitos que las rodean. Durante todo el proceso se tratan las emociones que se generan, en particular aquellas que más interfieren en la evolución de las pacientes, como son la culpa, el miedo o la vergüenza.

Se procede al análisis de los resultados a través del programa estadístico SPSS en su versión 19. Según la prueba de Shapiro-Wilk, todas las variables objeto de estudio tienen una distribución normal, por lo que se realiza el análisis por la vía paramétrica.

Resultados

Procedemos en primer lugar al análisis de la intervención en SAPD, para posteriormente realizar la comparación con los resultados obtenidos en el CAS de Sant Cugat del Vallès.

En el análisis se nos presenta un factor, la puntuación obtenida en cada uno de los test, con dos niveles, el momento previo a la intervención (pre) y el modelo posterior (post).

Se realiza un análisis de comparación de media entre ambos momentos, tras el cual se

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observa que la diferencia es significativa (p<0.0001) tan solo entre los niveles pre y post tratamiento en el caso de la puntuación para depresión, asociado con una diferencia entre las medias de 11,6 puntos, por las puntuaciones 33,10±13,47 (media±desviación típica) en el pre y 21,5±12,704 en el post. Por otro lado, las puntuaciones en el pre y post tratamiento, respectivamente fueron para STAI-E fueron de 72,75±26,7408 y 56,45±33,3154, para STAI-R de 73±28,41 y 59,2±32,8221 y finalmente para el IPA 49,90±22,801 y 37,90±19,824. En estos casos las diferencias halladas no resultan significativas, aunque en el caso del STAI-E se aproxima a la significación con una p=0.067

Diferencias relacionadas

T gl Significación MediaDesviació

n típ. Error típ. de la media

97,5% Intervalo de confianza para la

diferencia Inferior Superior STAIE –

STAIEP

16,300 24,7568 7,8288 -4,7204 37,3204 2,082 9 ,067 STAIR –

STAIRP 13,800 30,7568 9,7374 -12,3451 39,9451 1,417 9 ,190

IPA TOTAL - IPA TOTALP

12,000 22,725 7,186 -7,296 31,296 1,670 9 ,129

BDI – BDIp 11,600 6,398 2,023 6,168 17,032 5,733 9 ,000

Tabla 3. Resultados del análisis de comparación de medias, SAPD. Elaboración propia

Analizamos pormenorizadamente los ítems del IPA para conocer en qué medida varían los diferentes tipos de distorsiones cognitivas tras la intervención. Se muestra un resumen de los resultados en la Tabla 4. Destacamos aquellas cuya disminución ha sido significativa: falacia de control (p=0.025) y falacia de justicia (p=0.038). En el resto no se muestran diferencias significativas.

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Media

Desviación

típica t Gl Significación

FILT - FILTP ,700 3,268 ,677 9 ,515

PENPOL - PENPOLP ,800 1,932 1,309 9 ,223

SOBREG - SOBREGP ,100 2,234 ,142 9 ,891

INTPEN - INTPENP ,300 2,263 ,419 9 ,685

VISCAT - VISCATP ,700 2,406 ,920 9 ,382

PERSO - PERSOP ,800 1,549 1,633 9 ,137

FALCONT - FALCONTP

1,400 1,647 2,689 9 ,025

FALJUST - FALJUSTP

1,800 2,348 2,425 9 ,038

RAZEMO - RAZEMOP

,556 1,509 1,104 8 ,302

FALCAMB - FALCAMBP

-,200 2,530 -,250 9 ,808

ETIGLO - ETIGLOP ,778 1,787 1,306 8 ,228

CULPA - CULPAP ,556 1,740 ,958 8 ,366

DEBER - DEBERP -,111 2,619 -,127 8 ,902

FALRAZ - FALRAZP ,400 3,134 ,404 9 ,696

FALRECOM - FALRECOMP

1,375 1,768 2,200 7 ,064

Tabla 4. Resultados del análisis de los ítems del Inventario de Pensamientos Automáticos. Elaboración propia

En cuanto al análisis comparativo entre los grupos de Barcelona y Palma, es suficiente realizar una comparación visual en la Tabla 5, en la que se reflejan las diferencias de medias, para inferir que las diferencias entre ambos tratamientos no son significativas. Aunque las puntuaciones de los test fueron diferentes, debido a la diversidad de sintomatología entre usuarias de ambos servicios, las diferencias entre medias de las intervenciones en los dos centros, es muy similar, siendo para BDI, STAI- E y STAI-R: 10’14, 17’81, y 13’42 en el CAS de Sant Cugat y 11’6, 16’3 y 13’8 en el SAPD de Palma. Para la realización del análisis de la prueba t de comparación de medias para muestras independientes, son necesarias las quasivarianzas muestrales, que se obtienen elevando al cuadrado la desviación típica obtenida. Así se obtienen unos

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valores de t de -1’421, 1’6012 y -0.021 para las comparaciones de BDI, STAI-E y STAI-R respectivamente que, comparando con el estadístico de contraste

correspondiente, t=2.027, nos indica que no hay diferencias significativas entre ambas aproximaciones terapéuticas con una p<0.025.

Grupos Centro de Asistencia Sanitaria (Sant Cugat del Vallès)

Grupos Servei d’Assistència Psicològica a Dones (Palma)

Media D.T Diferencia M Medi

a

D.T Diferencia M

BDIPre

Post 26,58

16,44 10,28

9,31 10,14 33,1 0 21.5

13,47

12,704 11,6 STAI-

Estado Pre

Post 88,3

70,49 18,79

22,22 17,81 72,7 5 56,4 5

26,7408

33,3154 16,3

K1STAI- Rasgo

Pre

Post 82,11

68,69 22,76

21,46 13,42 73

59,2 28,41

32,8221 13,8

Tabla 5. Comparación de resultados entre los tratamientos de CAS y SAPD. Elaboración propia.

Discusión

Los resultados del análisis verifican en parte las hipótesis iniciales. Por un lado, vemos como la intervención grupal de SAPD produce los efectos deseados, es decir, una disminución de las problemáticas producidas por haber padecido violencia de género.

Aunque solo una de las puntuaciones haya producido resultados significativos, se observa una tendencia a la baja de dichas puntuaciones, por lo que se infiere que la sintomatología se reduce.

La siguiente hipótesis falla al no encontrarse diferencias significativas entre las intervenciones del Cas de Sant Cugat y el SAPD de Palma, por lo que no se puede

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afirmar que el hecho de incluir perspectiva de género a nivel terapéutico haya producido mejoras significativas.

Un aspecto clave a analizar es la elevada muerte experimental sufrida. Tras la recogida de datos, se procedió a preguntar a las terapeutas los motivos de la baja tasa de respuesta a los instrumentos en el post tratamiento. Tras este encuentro, se determinaron diversos motivos que podrían explicar la reducción de la muestra inicial.

El primero es el abandono por motivo de enfermedad, tanto propia como de familiares, que impedía la asistencia a las sesiones. También fue un motivo recurrente de abandono la incompatibilidad de horarios respecto al ámbito laboral. En muchos casos, las mujeres no se atreven a visibilizar que están formando parte de un grupo terapéutico, menos aun si deben hacerlo para pedir tiempo durante su jornada laboral para asistir a las sesiones. Si a esto se le suma la precariedad laboral a la que está sometida el mercado laboral español en la actualidad, tenemos una posible explicación a que las mujeres prioricen el hecho de asistir a su puesto de trabajo, sobre su propia salud psicológica. Ambos motivos expuestos en este apartado no son más que otras consecuencias de la posición social de la mujer, a quién se le exige como mandato externo ser la cuidadora de las personas cercanas, así como tener su propio espacio laboral, muchas veces dejando de lado su propio cuidado.

Otro motivo lo encontramos en los factores de personalidad de las usuarias.

Cuando una mujer llega al servicio, no se puede obviar todo el bagaje vital y psicológico que trae consigo, dentro del cual pueden encontrarse patologías o trastornos (previos, o causados por la situación de maltrato) que pueden dificultar la adhesión al tratamiento y la evolución dentro del grupo. Dentro de este punto, podemos considerar el caso concreto de las adolescentes, que tienen una tasa de abandono mayor. Esto puede deberse a la agitación psicológica típica de esta etapa del ciclo vital, además de

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por la inexistencia de herramientas de afrontamiento. Éstas provocarían que ante el malestar inicial que puede provocar aceptar y afrontar la situación padecida y los sentimientos y pensamientos derivados de ésta, las usuarias más jóvenes opten por no continuar con la intervención.

Por último, cabe señalar el caso de varias usuarias que, a pesar de haber realizado la intervención casi por completo, no acudieron a la última sesión (momento en el cual se realizaba la evaluación posterior al tratamiento), por lo que no pudieron contestar. Afortunadamente, se contactó con algunas de ellas que aceptaron responder a los instrumentos pocos días después de la finalización de las sesiones.

Limitaciones y mejoras para investigaciones posteriores

A pesar de que la hipótesis inicial no se haya cumplido en su totalidad, no se puede concluir aún que esta sea falsa, ya que existen numerosas limitaciones que han afectado a la realización de la investigación. En primer lugar, destacar la restricción temporal que supone realizar este tipo de proyectos en el marco de un Trabajo de Final de Grado, cuya duración es limitada. De haberse realizado en otro contexto, cabría la posibilidad de realizar seguimientos a medio y largo plazo, que contribuirían a dar una respuesta con mayor significación a la hipótesis formulada.

Otra diferencia destacable es el hecho de que en el artículo objeto de comparación de este proyecto, se realiza una intervención centrada en la autoestima, mientras que en el Servei d’Assistència Psicològica a Dones, esta problemática se trata por separado al finalizar los grupos terapéuticos. De nuevo por restricciones temporales, ha resultado imposible incluir en los análisis los resultados posteriores a la participación en este proceso. Inferimos que de haberse podido realizar este análisis alternativo, los resultados se aproximarían más a la aceptación de la hipótesis inicial, por lo que quedaría pendiente para próximas investigaciones.

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Por otro lado, encontramos un impedimento instrumental grave en los test utilizados, ya que éstos no miden ni aplican en ningún caso la perspectiva de género, por lo que sus efectos pueden existir y no ser contemplados. Este hecho pone en evidencia la necesidad de crear test que contengan esta perspectiva, tanto para realizar mejores mediciones, como para que éstos sean un reflejo de la realidad de las mujeres, en lugar de estar sesgados por la perspectiva generalizadora masculina. Este hecho no es observado solo por profesionales vinculados a la problemática, sino que, durante la administración de las pruebas, las propias usuarias ponían de manifiesto que los test están formulados bajo una mirada masculina y que en ocasiones no se sentían incluidas.

Por último, cabe destacar un fenómeno observado en uno de los grupos en los que pude participar como co-terapeuta, y que podría ser extrapolable a los demás. Se trata de una tendencia al sesgo de deseabilidad social y la tendencia a minimizar la gravedad de la situación por la que han pasado y el efecto emocional que en ellas tiene.

Esto no supone una novedad, puesto que son características típicas que sufren las mujeres que han padecido violencia de género, pero si situamos estas características en el contexto de la terapia grupal, entendemos que los resultados de los test previos a la intervención pueden estar condicionados. Más tarde, durante la terapia, las barreras emocionales se destruyen y las mujeres toman conciencia de su situación y su sufrimiento, que choca contra una realidad ficticia que habrían creado con anterioridad.

Esto provoca que al final de la terapia, es posible que se reconozcan más abiertamente los síntomas, lo que en la práctica es un paso de importancia vital hacia la mejora, pero que provoca que los resultados de los test señalen peores resultados que al inicio. Este hecho se ha podido comentar con varias usuarias en las que se ha encontrado esta tendencia en los test, y sus discursos reafirman esta posibilidad. En cualquier caso, el bienestar subjetivo se avalúa en la última sesión, en la que se aprecian grandes mejorías.

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